Belarús
05.08.21

Artem Beliay: "No tuvimos más remedio que abandonar Belarús”

Artem Beliay, de 33 años, es uno de los miles de bielorrusos que fueron detenidos y torturados en Minsk por participar en manifestaciones pacíficas masivas tras las elecciones presidenciales de agosto de 2020, ampliamente percibidas como amañadas. Después de que el director de la empresa, que también es activista por los derechos, presentara una denuncia por el trato sufrido, recibió nuevas amenazas de los organismos estatales. Artem se vio obligado a abandonar Belarús con su mujer y su hija pequeña y ahora su estado es el de refugiado en un país europeo.

¿Qué es lo que más le impresiona cuando echa la vista atrás al año pasado?

Lo que más me impresiona es que tantos bielorrusos se levantaran y tomaran una decisión honesta. Se juntaron y se unieron de manera increíble, especialmente en todo tipo de actividades de voluntariado.

Hace un año, ¿qué esperaba para Belarús?

En primer lugar, esperábamos la victoria. Mi familia y yo también esperábamos poder cambiar nuestro país y librarnos de la corrupción de los funcionarios del Estado.

¿Cómo le ha afectado personalmente la represión?

En la noche del 9 de agosto de 2020, mi mujer y yo, como muchas otras personas, fuimos a la oficina de la comisión electoral, exigiendo un resultado justo. Ese mismo día, las fuerzas del orden, incluido el OMON ("Escuadrón móvil para propósitos especiales", la policía antidisturbios), comenzaron a atacar a personas pacíficas.
Durante los días siguientes, estuvimos entre las multitudes que salieron a la calle para exigir un resultado justo en las elecciones y el fin de la violencia estatal. El 11 de agosto, participamos en la manifestación pacífica cerca de la estación de metro de Kamennaya Gorka, en Minsk, y vimos de primera mano cómo se repetían los acontecimientos de los días anteriores: agentes sin insignias que lanzaban botes de gas lacrimógeno, granadas de aturdimiento y de humo, y disparaban, golpeaban y secuestraban a los manifestantes.

Esa noche me detuvieron y pasé los días siguientes en el centro de detención de Okrestina, en Minsk. Las condiciones eran espantosas, con crueles palizas, insultos, humillaciones, falta de comida y agua potable. Ni siquiera se nos permitía ir al baño. Finalmente, el 14 de agosto me pusieron en libertad junto con otros detenidos.
Entonces recurrí la resolución, dictada durante mi detención, según la cual había cometido una infracción administrativa. En septiembre, el tribunal de la ciudad de Minsk cambió mi pena de 15 días de detención a los tres que ya había cumplido. Mi abogado también envió una queja por escrito sobre el uso ilegal de la fuerza contra mí en Okrestina. Como no recibimos ninguna respuesta, buscamos ayuda en las organizaciones de derechos humanos.

En octubre, empecé a recibir llamadas anónimas pidiéndome que retirara la denuncia. Me negué, diciendo que llegaría hasta el final para castigar a los culpables de la tortura y el trato inhumano. Más tarde me enteré de que todas mis denuncias, así como los documentos médicos de la clínica en la que me habían tratado, se los había llevado el Departamento Central del Comité Estatal de Investigación. Recibí muchas más llamadas pidiéndome que fuera al Departamento Central, pero me negué a ir sin una convocatoria oficial.

A mediados de octubre, la guardería visitó nuestra casa para comprobar las condiciones de vida de nuestra hija de tres años, alegando que tenían información de que no éramos padres "fiables". La visita no corroboró las acusaciones. Sin embargo, al día siguiente llegó una nueva llamada telefónica, pidiéndome que fuera al edificio del KGB para "firmar unos documentos". Entendimos que me iban a detener. Fue entonces cuando decidimos abandonar Belarús.

¿Cómo ha evolucionado su determinación de cambiar las cosas?

Seguimos esperando un cambio, y nos esforzamos por hacer todo lo posible para conseguirlo, a pesar de vernos obligados a vivir en el extranjero.

¿Qué desea para el futuro?

Deseo un futuro bajo la bandera blanca-roja-blanca (la bandera histórica de Belarús adoptada por los manifestantes). Deseo que se haga justicia y que se inicien causas penales contra los agentes de la ley que torturan a la gente. Deseo el imperio de la decencia, la honestidad, la justicia, la seguridad, y que en la Nueva Belarús la principal prioridad de todos los funcionarios del Estado sea el respeto a la ley y a la vida de las personas.