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Detención

La tortura se fortalece en la oscuridad. Por ese motivo es más frecuente en lugares de privación de libertad como las comisarías, las cárceles y los centros penitenciarios, que no son visibles para gran parte de la sociedad.

Más de diez millones de personas viven entre rejas en todo el mundo, incluyendo a quienes están en prisión preventiva. Muchas están en instituciones psiquiátricas, privadas de libertad por el ejército o en campamentos de refugiados cerrados, lugares en los que también se pueden recrudecer la tortura y los malos tratos.

Los lugares de privación de libertad se caracterizan por una falta de equilibrio de poder entre las autoridades y los reclusos que puede provocar una arbitrariedad absoluta.

Se ejerce tortura, entre otras razones, para forzar confesiones que resuelven casos de forma artificial e impulsan carreras profesionales, para obtener por la fuerza sobornos de los presos o de sus familias, o simplemente para sembrar el miedo y afianzar el poder.

Además de la tortura que puede ejercer activamente el personal de seguridad, las condiciones de privación de libertad también pueden ser constitutivas de tortura y malos tratos. Esto sucede cuando 50 personas están confinadas en una celda concebida para siete, cuando los presos viven rodeados de suciedad, sin alimentos decentes ni acceso a atención sanitaria, o cuando se tolera o incluso se fomenta la violencia entre las personas privadas de libertad. Un régimen de aislamiento prolongado también puede ocasionar un sufrimiento insoportable que constituya tortura psicológica.

La falta de financiación y el menosprecio generalizado de las personas privadas de libertad explican por qué en muchos países son tan frecuentes el hacinamiento y el limitado acceso a los alimentos básicos, a las medidas de higiene y a la atención sanitaria.

En Afganistán, observamos que se sometía a pruebas de virginidad a alrededor del 80% de las mujeres privadas de libertad.

Las mujeres y los menores privados de libertad son particularmente vulnerables. Las niñas y las mujeres corren más riesgo de sufrir tortura sexual tanto por parte de los empleados como por parte de los hombres presos. Algunas formas específicas de tortura y malos tratos incluyen el uso de grilletes y esposas durante el parto e inmediatamente después del mismo, la ausencia de medidas adecuadas de asistencia médica, los registros corporales invasivos o las “pruebas de virginidad” durante la privación de libertad. A menudo las personas LGTBIQ o transgénero privadas de libertad corren más riesgo de sufrir abusos. La OMCT presta especial atención a las necesidades de las mujeres y los menores privados de libertad, así como a las de otros grupos especialmente vulnerables a la tortura y los malos tratos.

En México, se denunciaron violaciones en el 41% de los casos de mujeres detenidas por la Armada.

La pandemia de Covid-19 ha sido especialmente peligrosa en los lugares de privación de libertad, puesto que el hacinamiento, las malas condiciones de higiene y la atención sanitaria insuficiente son el caldo de cultivo perfecto para el virus. En varios países, las medidas de aislamiento han impedido que las personas privadas de libertad tuviesen contacto con sus familias y sus abogados, y las han dejado sin ninguna protección e incluso sin acceso a una fuente adicional de alimentos muy necesaria.

Trabajamos junto con los miembros de la Red SOS-Tortura para poner fin a la tortura y para mejorar las condiciones de vida de las personas privadas de libertad. A menudo colaboramos con Mecanismos Nacionales de Prevención (MNP), organismos locales encargados de prevenir la tortura durante la privación de libertad. Organizamos misiones nacionales y visitas conjuntas a centros penitenciarios, documentamos los abusos, formamos a los miembros de los MNP y hacemos trabajo de incidencia con las autoridades.